Cuatro movimientos del sol. Nahui Olin: La mirada infinita

Por Monserrat Gómez

Con el paso de los años, muchos artistas mexicanos que acompañaron a los grandes exponentes del arte nacional han ido olvidándose. Las causas son muchas y no siempre alcanzan a excusar este triste hecho. Carmen  Mondragón, o Nahui Olin, tiene un lugar privilegiado dentro de la historia del arte mexicano, pero de su obra no existe un amplio reconocimiento en la sociedad, por eso el Museo Nacional de Arte ha decidido presentar la exposición Nahui Olin. La mirada infinita, con la que se intenta recatar de la periferia su legado artístico.

 

Nahui Olin fue una artista que tuvo la fortuna de vivir el auge de las vanguardias de la primera mitad del siglo XX, y su obra refleja sus ideas liberales y feministas. Solía llevar el pelo corto y usar faldas cortas, todo en base a sus ideas acerca del empoderamiento femenino: comulgaba con la idea de que si la mujer era subyugada, se debía primordialmente a la falta de educación para las mujeres propia de la época. Así, en conciencia rebelde y liberal, posó desnuda para artistas como Edward Weston, cuyas fotografías de ella estarán expuestas en el Museo Nacional de Arte, o Juan Ocón. Su deseo por expresar su sexualidad y salir del marco de lo canónico para la femineidad de toda la primera mitad del siglo pasado, le valió ser la musa de los artistas de la época, no sólo fue fotografiada, sino que también aparece en murales de Diego Rivera, como La creación. Su afán por expresar sus deseos y su libertad eran muy mal vistos en la época; sus romances y sus actitudes acaparaban las miradas y su obra fue relegada al olvido.

Fue el Dr. Alt quien le propuso el nombre Nahui Olin en 1922:

Mi nombre es como el de todas las cosas: sin principio ni fin, y sin embargo, sin aislarme de la totalidad por mi evolución distinta en ese conjunto infinito, las palabras más cercanas a nombrarme son NAHUI-OLIN. Nombre cosmogónico, la fuerza, el poder de movimientos que irradian luz, vida y fuerza. Nahui Olin.

En el transcurso de su vida artística tuvo como eje central el erotismo. En sus obras la desnudez es el lenguaje la libertad y de la expresión de ser de una manera propia, no de las buenas costumbres, sino de la sinceridad de la intimidad del ser humano para poder ser no sólo eróticos, sino francos y libres.

Nahui Olin pintó 19 autorretratos, en 13 de ellos junto a sus amantes, y exponiendo diversas vistas de ella, desde la sensualidad, la desnudez y la exuberancia, y siempre mirando al espectador. Sin embargo, cuando aparece sola, casi siempre está vestida y el paisaje cobra mucha importancia por los colores y los trazos. Sus autorretratos son hechos a partir de sus recuerdos y de la imagen que tenía de sí misma en diversos momentos: de ella siendo amada, de ella en la plenitud y de ella en la nostalgia.

Y no su obra no sólo reivindica la posición femenina en la época que le tocó vivir, pues también muestra un estrecho vínculo con el indigenismo mexicano, una parte primordial de la identidad mexicana. De hecho, su propio nombre proviene del náhuatl y puede significar la fuerza que hace al sol moverse o los cuatro movimientos de sol. Se expresa, por tanto, el olvido, la indiferencia y el alejamiento de la sociedad a la historia indígena mexicana, la distancia que hay entre la manera de ver el mundo tan naturalmente distinta de una sociedad criada en la perspectiva occidental y la crianza mesoamericana de los antiguos mexicanos que murió en los libros de historia con el paso de los siglos.

 

 

Fue Tomás Zurián quien rescató su obra y se ha dedicado a promoverla desde 1992. Fue idea suya crear la exposición de estará abierta al público hasta el 19 de septiembre del presente año en la planta baja de Museo Nacional de Arte en la Ciudad de México. Dicha exposición está regida por cuatro ejes temáticos de acuerdo a la vida de la artista. El primero de ellos es El núcleo Carmen Mondragón y la síntesis plástica, le sigue Nahui Olin: la ciencia como utopía moderna, continúa El cuerpo como expresión inmanente y termina con La materialización del recuerdo.

            Será muy interesante descubrir la obra de una mujer que ha figurado como artista incomprendida, feminista sin pancarta o simplemente loca, pues toda la parafernalia que adorna su nombre no tiene punto de comparación con el poder expresivo de su obra, presente en sus colores, en sus trazos; en sus ojos y en el lenguaje de su cuerpo en las fotografías y pinturas para las que modeló.